viernes, 20 de febrero de 2009

Las esmeraldas, el oro verde de Colombia

Las esmeraldas, el oro verde de Colombia



La esmeralda, el miembro más precioso de la familia de los berilos, está coloreada por restos de cromo y de vanadio. El nombre de la esmeralda se deriva de la antigua palabra persa, que nos llega a través del latín " Smaragdus ". Su historia es tan fascinante como voluminosa. Los antiguos la apreciaban por ser la piedra que simbolizaba el amor, el renacimiento y la eterna juventud. Debido a que el rico color verde de la esmeralda es el color de la primavera, esta piedra ha sido apreciada desde hace más de 4.000 años por diferentes culturas del mundo.
Las primeras minas de esmeralda mencionadas en la historia fueron las famosas minas de Cleopatra, redescubiertas en el norte de Egipto en 1818. Estos antiguos yacimientos estaban ya agotados desde hacía mucho tiempo.
Plinio decía "Nada es más intenso que el verde de la esmeralda " y que " la vista se refresca y se restaura viendo esta piedra ". Siguiendo su consejo, el emperador Nerón veía a los gladiadores a través de unos anteojos hechos de esmeralda.Se creía que la esmeralda daba la capacidad sobrenatural de predecir el futuro. Se le atribuyen una variedad sorprendente de virtudes. Entre otras cosas, la esmeralda procuraba a su portador una excelente memoria y una buena elocuencia y se supone que desarrollaba la inteligencia. Servía también como protección contra las enfermedades. Se creía que las mujeres portadoras de una esmeralda estaban inmunizadas contra la epilepsia. A los Mogoles de la India les gustaban tanto las esmeraldas que grababan en ellas sus textos sagrados y las portaban como talismán. Es esto lo que condujo al desarrollo de la industria de tallado en Jaipur.
Las minas de Colombia tienen una historia algo similar a la de los yacimientos en Egipto.Cuando los españoles conquistaron el imperio Inca, quedaron maravillados por las esmeraldas que este pueblo poseía; pero incluso bajo tortura, los incas no revelaron sus fuentes. Años más tarde, fue descubierta una mina en la región de Chivor. Las mejores esmeraldas del mundo son extraídas de las minas de Boyacá y tienen como destino final las más prestigiosas casas internacionales de joyas.


...........Leyenda de las esmeraldas colombianas

Según cuenta la leyenda la cacica Furatena, descendiente de los primeros padres del género humano, era la dueña de las esmeraldas mas preciadas del mundo. Ella, poseía la "gota de aceite", la piedra mas fina y más grande obtenida del cerro Itoco. Cuando llegaron los españoles en 1537, tuvieron conocimiento de las esmeraldas de Muzo y de la gran esmeralda propiedad de la cacica Furatena.


En 1539, el capitán español Luis Lancheros la buscó sin obtener éxito, los indígenas se defendieron con heroísmo. Los indios Muzos, creían que en el principio del mundo, surgió Are, dios del universo, labró figuras de los hombres y mujeres en madera y los arrojó al agua, dándoles vida humana y así creó a Fura la mujer y a Tena, el hombre, padres de la humanidad.


Un día apareció Zarbi, de ojos azules y barba rubia, que buscaba la planta misteriosa de la eterna juventud, la seductora Fura lo acompañó a la montaña y cayó en la infidelidad. Cuando Tena se enteró, mandó a matar a Zarbi y su cadáver lo hizo cargar de Fura varios días, hasta cuando entró en putrefacción. Las lágrimas de Fura, que fueron muchas, entraron al interior de la tierra de los Muzos y se convirtieron en esmeraldas y sus gritos dolientes, se convirtieron en mariposas de muchos colores que invadieron el espacio. Son las llamadas mariposas de Muzo.

En su tremenda ira, Tena enloqueció, mató a Fura y se suicidó. El dios Are convirtió a los esposos en dos peñascos, asimismo al hijo de los dos, Itoco, que es precisamente el más rico filón esmeraldífero.






















La Ruta de la Esmeralda


Las mejores esmeraldas del mundo son extraídas de las minas de Boyacá y tienen como destino final las más prestigiosas casas internacionales de joyas.

A la empresa de Libardo Lizarazo y demás socios, se accede por medio de un ascensor rudimentario llamado “malacate” por el que se baja 42 metros entre la montaña. La humedad se percibe en los hongos blancos que se adhieren a los túneles y en los hilos de agua que surcan las rocas. Es una mina de esmeraldas donde trabajan 180 obreros protegidos con casco, linternas, botas y guantes. Según el Instituto Geológico de Minas, Ingeominas, en el departamento de Boyacá hay 326 sociedades como ésta, cada una con un período de explotación de 30 años. Las empresas deben pagar el 1.5% del valor exportado por concepto de regalías que, el año pasado, ascendieron a 2,6 millones de dólares con destino a los 19 municipios que conforman el rectángulo esmeraldífero, de los cuales ocho no tienen ninguna relación con el mundo de las esmeraldas. En la mina, los empresarios -entre ellos Yadira Pineda, única mujer en el negocio- caminan hacia el corazón de la montaña, bajo 100 metros de piedra. Las quebradas subterráneas llegan hasta la rodilla dificultando el paso. Cada vez la luz es más escasa. Por fin, al final del camino se ve una roca cubierta de blanco con grietas verdes. Es allí, en medio de la oscuridad, donde comienza la ruta de la esmeralda.

Esta piedra ha sido apreciada desde hace más de 4000 años por diferentes culturas del mundo. Las primeras minas de esmeralda mencionadas en la historia fueron las famosas minas de Cleopatra, redescubiertas en el norte de Egipto en 1818. Una variedad de virtudes se le atribuye a la gema: según los romanos procuraba a su portador excelente memoria, inteligencia y también se decía que controlaba la epilepsia. En la India, los ascetas de algunas sectas religiosas ingieren polvo de esmeralda y lo dan a sus discípulos para transmitirles poderes de adivinación.

Yadira Pineda es la única mujer-empresaria involucrada en el negocio de la producción de esmeraldas, una actividad caracterizada por una gran informalidad.La historia esmeraldífera colombiana comenzó en 1557, cuando los conquistadores españoles, por medio de la barbarie, descubrieron las minas de Muzo y Chivor. Cuatro siglos después, a finales de 1950, los habitantes del occidente de Boyacá, viendo la posibilidad de explotar esmeraldas clandestinamente, abandonaron la agricultura y empezaron a negociar entre ellos las piedras extraídas.
En los años sesenta, los antiguos campesinos compraron armas para defenderse de la oleada de bandoleros que llegaban provenientes de Santander y Magdalena Medio con la intención de apoderarse de las minas. En esa época hasta los curas se quitaban la sotana para guaquear y militares, jueces, políticos, ingenieros, salían en las noches echando a un lado el uniforme. Según José Octavio Pinzón, asistente del fiscal de Muzo, en la década de los ochenta se presentaban en promedio 500 muertes violentas por año.
En 1977 el Estado, viendo que no podía controlar la zona esmeraldífera desde el centro del país, abrió licitaciones para entregar las minas a compañías privadas. Algunos esmeralderos aceptaron pero la gran mayoría no quería ceder parte de la producción al gobierno. En 1990, los “duros” de la región y representantes de la iglesia y el Estado firman el Acuerdo de Paz del Occidente de Boyacá con el fin de acabar con la violencia que aquejaba la región.
Las minas ahora son sociedades y los dueños, aunque armados, son empresarios que buscan el progreso de la región. “Ya no somos adversarios, somos socios que buscamos promover en todo el mundo, las mejores esmeraldas”, asegura Libardo Lizarazo.

























Una piedra de las más finas puede llegar a valer varios miles de millones de pesos en los mercados internacionales, donde su calidad es altamente valorada.

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