miércoles, 26 de agosto de 2009

Hugo Chávez: De la mitomanía a la megalomanía




Por coronel Luis Alberto Villamarin Pulido

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Hugo Chávez de la mitomanía a la megalomanía

Aunque en los corrillos políticos se murmura que los pueblos tienen los dirigentes que merecen, dicho adagio contrasta con la desgracia histórica en que cayeron naciones con gran potencial geoeconómico del hemisferio. Son los casos de Nicaragua, Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, Paraguay y El Salvador.

Pasada la gesta de independencia, el hemisferio se llenó de caudillos y castas familiares inoperantes en lo administrativo pero rapaces en lo personal. América Latina inclusive el Brasil, quedó en manos de los terratenientes, los gamonales y los intrigantes de ciudad, con la venia complaciente de la Iglesia Católica que para conservar la fidelidad irreflexiva de los feligreses, utilizó la religión como un instrumento de conformismo frente a la ineptitud y en muchos casos deshonestidad de los gobernantes de turno.

En ese enjambre de intereses de grupúsculos ansiosos de quedarse con el botín del poder, creció una enorme masa amorfa, que producto de las lecturas o de los avances tecnológicos de cada momento, fue mas conciente de sus frustraciones y limitaciones por no hacer parte de las castas, es decir que estaba inmersa en un gran vacío socio-político, con la circunstancia agravante que Fidel Castro a la cabeza de un grupo incipiente tomó por la fuerza el poder en Cuba y asediado por las circunstancias, se volvió comunista e inició a exportar la "revolución" al hemisferio.

En virtud a que el lenguaraz dictador cubano no representaba ningún peligro estratégico para la seguridad nacional de los Estados Unidos, sucesivos gobiernos demócratas y republicanos, optaron por ignorarlo, sostener un supuesto pero no total bloqueo comercial a la isla, y evitaron que su dislocada ideología se extendiera a México, Haití, Puerto Rico o República Dominicana.
Como en el Otoño del Patriarca de García Márquez, el dictador cubano se quedó aislado en su mundo de mitomanía, megalomanía, y egolatría, sin que sus grotescas peroratas causaran la menor incidencia entre los policymakers de los Estados Unidos, que se acostumbraron a ver a Fidel Castro como un perro rabioso que ladra a la luna.

Junto a la dirigencia estadounidense, las élites latinoamericanas muy al estilo de César Gaviria Trujillo, Andrés Pastrana, Noemí Sanín, Alfonso López Michelsen, se dedicaron a guerrear entre ellos, interesados en sacar para su provecho personal, familiar y de grupúsculo, todos los beneficios posibles, sin que hubiera preocupación alguna por los destinos de esa masa amorfa, gravitante en un vacío intenso, convertido en camino fértil para que los delegados de la dictadura cubana, los comunistas criollos y los terroristas de todas las pelambres, sacaran provecho para sus tendencias particulares.

Malgobernada desde siempre Venezuela, cayó en el imperdonable error histórico de elegir como presidente a un grotesco peón de Fidel Castro. Bocón, irrespetuoso, maleducado, chabacán y sin modales de la más mínima urbanidad, Hugo Chávez, se convirtió no solo en el aliado ideal para el anciano terrorista cubano, sino en el mas complejo problema para la estabilidad del hemisferio.
Estimulado por Fidel Castro el inculto mandatario venezolano, comenzó a navegar en el mito de reconstruir la figura y el pensamiento del Libertador Simón Bolívar. No con la visión geoestratégica del panamericanismo fuerte y autárquico frente a la potencialidad de Estados Unidos y los demás bloques económicos, sino quien lo creyera, como una asociación de naciones convertidas en marionetas de la dictadura cubana.

Producto de ese "casquillo" Chávez convirtió la figura de Simón Bolívar en un mito y le agregó un mordaz ingrediente. El Libertador no fue un guerrero amante de la libertad, sino un comunista de la misma calaña de terroristas como Fidel Castro, Tirofijo y el che Guevara. Y claro, el dictador cubano ansioso como Chávez de pasar a la historia, no por comunista, ni por revolucionario, sino como figura que se rebeló contra el poder del llamado "imperio", lo ensalzó para que en cada actuación pública sea mas agresivo.... Así creció el Chávez mitómano, convencido que Bolívar es un mito y que él (Hugo Chávez lo reencarnó).

Con el paso del tiempo, la ineptitud de las castas que malgobernaron el resto del continente hizo metástasis. Argentina eligió de manera sucesiva a los esposos Kirchner, dos antiguos militantes revolucionarios de izquierda, expulsados del justicialismo peronista por el propio general Perón, quien consideró que ellos encarnaban a la izquierda violenta y terrorista, ajena a la forma civilizada de hacer política.

Uruguay, Paraguay y Chile cayeron en experimentos izquierdistas populacheros. Bolivia quedó en manos de un indígena cocalero, ajeno a la realidad geopolítica de su entorno, pero eso sí, ferviente admirador de Fidel Castro. Y Venezuela y Ecuador, quedaron en manos de los dos mas grotescos mandatarios que hayan tenido esos países a lo largo de su historia contemporánea.
Alebrestado por ese auge de ingenuidad populachera de quienes cometieron el error de elegirlo, Chávez explotó en torno a su mitomanía de creerse la reencarnación de Bolívar. Fiel reflejo de su mentor Fidel Castro, desató su viperina lengua contra el "imperio", contra la imaginaria y talvez garciamarquiana "oligarquía santafereña" que además de matar a Bolívar lo quiere matar a él, contra los "ricos venezolanos", en fin, contra todo lo que no sea comunista, ni amigo de Fidel Castro.

Pero el arraigo al mito de su ascendencia semidivina o quizás divina con el Libertador, Chávez terminó de torcer los ideales del padre de cinco naciones, o seis incluida Panamá. Gracias a la falta de carácter y la suciedad politiquera de los Kirchner en Buenos Aires, Correa en Quito, Ortega en Managua, Zelaya en Tegucigalpa, y el indígena coquero en Bolivia, Chávez compró las conciencias de estos mandatarios venales y por extensión la solidaridad de los comunistas y activistas pro-Farc incrustados en esas latitudes.

Y ahí fue Troya. De mitómano pasó a convertirse en megalómano. Ya no es solo el convencimiento de ser la continuación del Libertador. Desde esta nueva óptica egocéntrica, Hugo Chávez es mas grande que el Libertador. Así grotesco, maleducado, y mal hablado, Chávez cree a rajatabla que él es la salvación de los pobres de América, y por eso actúa en ese sentido.

En el fondo no le importaría ser comunista o capitalista, pues lo que el quiere es pasar a la historia como un gran revolucionario, sin entender como suele suceder a mucho dirigente mediocre, que su techo es muy bajo aunque su ego vuele a la misma altura del de Noemí Sanín, Juan Manuel Santos o Rafael Pardo Rueda.

Consciente de esa vanidad ilimitada de Chávez, Fidel Castro que es un zorro astuto y ladino lo utiliza como a una marioneta. Sabedor que Chávez es histriónico y boquisuelto, Castro le ordena que actué de X o Y manera. Corto de neuronas y con mentalidad de lacayo y esclavista simultáneo, Chávez procede como un domesticado animalito de circo, al que el domador estimula para que asuma determinados comportamientos.

Por otro lado, Lula da Silva interesado en posicionar el socialismo del siglo XXI enmascarado en la prosperidad económica brasileña, no solo apoya de manera clandestina a las Farc, sino que complementa la manipulación que Castro hace de Chávez, y también lo utiliza como su marioneta en cada uno de los pasos que da el Foro de Sao Paulo en pos de convertir a toda Latinoamérica en La Meca del comunismo, propósito que nunca pudieron concretar los siniestros directores de la guerra subversiva comunista desde el Kremlin.

La reciente declaración pública de Chávez de apoyar al Polo Democrático y de reconfigurar la Gran Colombia, sumada a su comprobada cercanía con las Farc, corrobora que la megalomanía rebasó los límites del delirio de grandeza de este guasón con investidura presidencial y a la vez reafirma que el gobierno venezolano financia una campaña de desprestigio internacional contra Colombia y su presidente constitucional.

También comprueba que el enojo de Rafael Correa no es porque sienta agredido al Ecuador, sino porque su "archienemigo de clase" Álvaro Uribe, fue mas audaz y dio de baja a su compinche Raúl Reyes en Ecuador, a pesar de tenerlo protegido, y que por esta misma razón Chávez reaccionó como lo hizo, pues acababa de morir uno de los alfiles de Fidel Castro y uno de los terroristas que coadyuvaba a acrecentar la imagen del megalómano de Caracas.

Todo lo anterior indica que hay un complot en ciernes contra Colombia, que Chávez sueña con desatar una guerra para imponer su egocéntrica figura en el continente y que los comunistas colombianos, traicionan la patria jugando al mismo propósito.

Se puede estar en acuerdo o desacuerdo con Uribe Vélez. Se pueden criticar o apoyar sus decisiones políticas. Lo que no se puede hacer, es dejar de respaldar a su gobierno comprometido primero en derrotar a los terroristas de las Farc y segundo en cerrarles las puertas y ventanas políticas que los comunistas latinoamericanos quieren abrirles mediante organismos de bolsillo como Unasur, el Alba, el Foro de Sao Paulo y la reiterativas baladronadas de Hugo Chávez .

En todo este entorno la transmutación progresiva de mitomanía a megalomanía chavista, juega un rol trascendental, pues está en juego el futuro de Colombia, integrada a la civilización del siglo XXI, no al atraso e ignominia similar a la prolongada desgracia cubana, es decir a la que quieren llevarla los comunistas dejados del tren de la historia, quienes autistas hacen terrorismo en Colombia, cierran emisoras en Venezuela, expropian en el Ecuador, entrenan guerrillas en Nicaragua para atacar a Honduras y asesinan la vida en primavera, con el cuento chino que luchan por los pobres, porque además están iluminados por lunáticos como Chávez o cerebros siniestros como Lula da Silva y Fidel Castro.

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos
www.luisvillamarin.co.nr

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